
Los cuerpos momificados pertenecieron a individuos que vivieron entre 1981 a.C. y 334 d.C. Dieciséis momias contenían tejidos del corazón y de los vasos sanguíneos para ser analizados. En nueve de ellas se vio endurecimiento definitivo o probable de las arterias. "Quizás el desarrollo de la arteriosclerosis es parte del ser humano", concluye Michael Miyamoto, de la Universidad de California en San Diego, coautor del estudio que se publica en la revista de la Asociación Médica Estadounidense.
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