lunes, 9 de noviembre de 2009

Cuando estudiar es una lucha

Una encuesta del INE refleja un notable aumento de la cifra de discapacitados que llegan a la Universidad, pero las barreras siguen siendo difíciles de sortear
Hay muchos jóvenes a los que hay que insistirles, darles todas las oportunidades y vías posibles para que estudien. Hay otros, sin embargo, que se empeñan en estudiar a pesar de las enormes dificultades que encuentran a su paso. "Es una lucha constante", dice Lourdes Acosta, sevillana de 20 años y estudiante de 3º de Derecho. No puede utilizar las piernas, tiene un solo brazo y cuatro dedos en la mano. Su madre la lleva cada día en coche desde Utrera, donde vive, a la facultad de la Pablo de Olavide, a unos 30 kilómetros, y se queda toda la jornada junto a ella, ayudándola en lo que necesite. Pero ahora, su padre se ha quedado en paro y las ayudas económicas no son suficientes

El número de personas con discapacidad que llegan a la Universidad aumenta año a año

Pero los problemas siguen ahí, representando una pequeña lucha diaria para muchos alumnos y sus familias. Problemas como la falta de recursos, o cuestiones básicas como la accesibilidad. Javier del Pozo, alumno de 35 años de 3º de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona, se quejó hace tres cursos de varios problemas en la rampa de acceso, la entrada a las clases y la falta de mesas que pudiera usar: es tetrapléjico y se desplaza en silla de ruedas. Lo de las mesas se arregló, dice, lo demás no, pero desistió porque había alternativas. Javier no ve grandes cambios, pero tampoco grandes dificultades, aunque tal vez sí una normalización y visibilidad mayor de la discapacidad, no sólo en la facultad, sino simplemente paseando por la calle. Ése es otro avance. Faltan muchos más.

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