martes, 27 de octubre de 2009

¿Viajaremos más rápido que la luz?

Según la teoría de la Relatividad General, nada puede viajar a más rápido que la luz (300.000 kilómetros por segundo), lo que impide una exploración espacial profunda basada en el envío de expediciones de ida y vuelta: llegar a la estrella más cercana requeriría, como mínimo, cuatro años de viaje, y ni hablar de cruzar la galaxia, que exigiría varias decenas de miles de años. Una de las posibilidades era el motor de curvatura, consistente en mover el propio espacio-tiempo que, en principio,puede contraerse y expandirse sin límite de velocidad.
El motor de curvatura tiene su origen en la ficción: se trata del mecanismo que permite a los personajes de la película Star Trek surcar el espacio más rápido que la luz o a velocidades superluminares mediante la distorsión del espacio-tiempo. En 1994 saltó al terreno científico de la mano del físico mexicano Miguel Alcubierre, quien convirtió el viaje hiperveloz en una posibilidad física. Para ello, aprovechaba la flexibilidad de la geometría del espacio-tiempo, que se curva en presencia de materia del mismo modo que, por ejemplo, una pelota situada sobre una sábana tensada curva el tejido a su alrededor. En el universo, los objetos más masivos producen curvaturas más acentuadas, y Alcubierre diseñó el siguiente medio de transporte: una burbuja cuyas paredes, compuestas de materia "exótica", producen una contracción del espacio-tiempo en la proa y una dilatación en la popa similares a una ola en el mar. Una nave dentro de la burbuja alcanzaría su destino "sin moverse" por la distorsión local del espacio-tiempo, igual que un surfista situado sobre la cresta no ejerce un movimiento propio pero alcanza la orilla gracias al de la ola.

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